domingo, 16 de septiembre de 2018

IV

Me dicen que la tierra es profunda,
que si plantas una semilla, recoges cosecha.
Pero yo solo veo tierra yerma,
seca de regadío, polvorienta,
ceniza a las cenizas, muerta.
Por mucho que llore, infértil se queda.
Pan y hambre para la boca pobre y seca,
para las manos ajadas y la frente sudorosa,
esperanza puesta en innumerables protestas.
"Son lo mejor de nosotros mismos"
y el dolor aflora en mi cara marchita.
Vivir se nos hace cuesta arriba,
El paro y el trabajo precario.
Convivir va a ser caer en picado.
Pesadilla y terror por las noches,
ojeras a la mañana y olvidarse
en ocho (o más) horas de desgaste,
para sobrevivir a base de ser esclavo,
soñando libertad estando maniatado.
Presa del sistema y del patriarcado,
hija de la clase obrera para morir glariando.

Tu intentar cuidarme
mientras sufro en silencio
por todo el dolor, la humillación,
el daño que arrastro y que no quiero
para los hijos que nunca pariré.
¿Qué vida miserable es esta
Para traer otra boca más al mundo?

Flor de azahar y quizá algo de musgo
llevaré en el vientre, llenita de vida,
para hundirme entre las raíces, día tras día,
y que el corazón bombee, los pulmones respiren,
que esta tierra hambrienta despertará fuerte.

viernes, 20 de julio de 2018

III

Por piel morena y ojos claros
Con aceitunera me bautizaron,
De piel curtida por el viento nordés
Y vientre yermo de fé.

Con manos callosas he escrito
Letras con el hueso de una aceituna
Y con tinta húmeda y de pecho enchido,
Las palabras quedaban viudas.

Con rapidez hice maletas
Y entré en tu vida sin permiso,
Llegaba con esperanzas hechas,
Grabadas en una ramita de olivo.

Y tú me mirabas y hablabas,
Y yo reía, evitando la mirada
Que cosida bajo el camisón de lino
Guardaba para luego regarla con vino.

Decías que tenía la mirada perdida,
Ausente, los ojitos verdes como olivas.
Y yo reía, sabiendo que no tenía hueco,
No quedaba sitio, solo tenía un hueso
De aceituna marchito.

Pero yo reía, con ganas y ahínco.
Sabía que me quedaba sola,
Pero que no me quiten lo vivido
Ni el oliváceo recuerdo que torna.

Te empeñaste en quererme
Cuando no estabas aún preparado,
Porque como el agua y el aceite,
Yo siempre de corazón espinado.

Pero yo reía con ganas, no lloraba,
Porque aceitunera no alberga penas,
Siempre al son del aire y despeinada,
Con el hueso de una aceituna solo escribe cartas.

Yo reía y bailaba al viento nordés:
"Solita me dejan, qué le voy a hacer,
Con el vientre henchido de fé
Vuelvo a la tierra donde he de yacer".

Yo reía, soñaba, a la sombra de un olivo.
Porque aceitunera de pestañas rizadas
Para qué quería un hombre y el olvido
Si con el hueso de una aceituna bastaba.

lunes, 28 de mayo de 2018

II

Sobre el pecho pálido, tengo a un niño dormido,
De espíritu viejo y tan blanco como el lino.
Descansa, manso, sin hacer apenas ruido.
Su pelo se mueve al compás de mis suspiros.
Estoy cansada y no sé cómo decírselo,
Que yo acarreo esta pena y ya no vivo:
En la marejada del pensar me he perdido.
Tengo el cerebro embutido y derrotado,
Ideas van y vienen sin orden, tan hastiado.
Pero el niño duerme sin notarlo.
El niño se aferra a mi cintura, soñando.
Mientras yo pienso en cada euro gastado.
Mientras las lágrimas resbalan hasta el regazo.
El niño sabe que no tengo futuro
Pero no se atreve a pronunciarlo.
Él solo duerme, tranquilo y descansado,
Sabe que no tengo ni un duro.
Él dice que quiere cuidarme
Pero sabe que no quiero depender de nadie.
Que soy feliz acariciando su espalda,
Recorriendo sus mapas lunares,
Cada peca, lunar, cada constelación.
Con que pase su mano bajo mi falda,
Que me clave la mirada como puñales,
Con el silencio de la desesperación.
Y tras estas pestañas
La maquinaria trabaja.
Sin descanso, sin salida.
El niño no despierta,
No sabe la angustia que tengo cada día.
El hambre, el nerviosismo, la lucha interna.
El sueño, los problemas, duele la vida entera.
Sólo aprieto su mano contra mi esternón,
"Respira, tranquila, calma el corazón".
Mis párpados caen, el pulso desciende.
Él exhala, y dice gravemente:
"Tranquila, niña, duerme".

lunes, 22 de mayo de 2017

I

Del silencio se vive.
De cerrar los ojos y rezar al silencio.
De tener nudos en la garganta que no se saben deshacer tan fácilmente como si fueran un lazo.
De fingir para olvidar y que el silencio afirme que es un engaño.

Del silencio se vive y no para hacerse sabio.
De cerrar los ojos y llorar al ser amado.
De tener hambre de justicia y estar amenazado.
De sentirse avergonzado y permanecer callado.

Del silencio se vive.
De cerrar los ojos y recibir los puñetazos.
De las verdades que duelen como una cuchillada en el costado.
De romper en lágrimas al romper lo apalabrado.

Del silencio se vive.
De cerrar los ojos y mentir por no hacer daño.
Del no felicitar por cumplir más años.
De volver a perderse para no ser encontrado.

Del silencio se vive.
Del hierro se muere tiroteado.

sábado, 16 de abril de 2016

Tormenta de aguas bravas

Odio esta ciudad con su calor y polvo histórico que te envuelve. La odio, de noche, de día, de mañana y de tarde. La odio porque veo en las sucias aguas del Tormes mi reflejo. Ese reflejo que sólo yo veo y que sólo yo odio. Ese reflejo que me apuñala cada vez que cierro los ojos. Son tormentas de 24h, todos los días, detrás de esta mirada indescriptible. Tormentas que golpean y hieren durante 24h, sin descanso, sin darme tregua y por mucho que mis pestañas, al borde del colapso, quieran que frenen, no hay solución al problema.
Y es esa tormenta de agua brava la que me devuelve flores violetas: cardenales a diario que en su día florecieron en mi piel y parece que han echado raíz. Me devuelve el silencio ahogado que precede al gritar, el pánico palpable en la habitación, la mirada impasible que sólo quiere ver el televisor, el dolor acompañado de lágrimas cuando tus costillas ya no aguantan más, el grito de miedo por si estás muerta al perder la conciencia en el suelo y el deseo de no querer parar de esa bestia que clama al cielo que le das igual.
Y se acaba uniendo este rojo oscuro con el que ya hay entre tus piernas, se unen formando un río finito que nadie quiere mirar porque la realidad les asquea.
Toda esa marejada se agolpa tras mis párpados 24h al día y aún me dicen que sonría.
Y obedezco.
Y finjo.
Y niego.
Y me muero un poco más por dentro.
Florezco con moratones púrpuras y entre los pétalos se queda la semilla del recuerdo, se me caen las espinas todos los días para que todas las noches vuelvan a crecer y fingir que mi piel no es espinada, siendo siempre el mismo cuento.
Y a oscuras una voz te invita a café y tú ríes, y parece que a sus siguientes palabras dices "gracias" pero no entiende el chiste: se ha asomado y ha visto la punta del iceberg y no le ha importado.

domingo, 2 de agosto de 2015

Negra flama

El polvo alza el vuelo con la fría brisa vespertina, como si fuese una bocanada de hielo que me saluda cuando paso. El polvo se mueve a escondidas, deseando ser la ceniza incendiaria de un cuerpo latente. El polvo desea ser pólvora intrínseca, detonando a toda prisa la ciudad de hueso que se extiende ante mis pies.

Y camino por las calles llenas de niebla, de copos de nieve que no se arraigan a la tierra. Camino entre fantasmas escrutadores que visten con pieles muertas y poseen una mente irreflexiva, son los reflejos del fracaso evolutivo, son las teorías darwinistas atravesadas por un balazo. A mi caminar tranquilo lo señalan y susurran entre ellos, siendo máquinas llenas de ponzoña, víboras sin vida propia llenas de veneno.

Hoy no me importa. He tomado suficientes pastillas con alcohol para desayunar y no me asustan. Soy otro fantasma miserable que pulula solitariamente, haciendo caso omiso de sus burlas. Hoy soy la muerte que deambula con unas viejas zapatillas, contoneándose sensualmente al realizar su danza matutina. Hoy llevo puesta la media sonrisa llena de espanto, mientras busco la próxima víctima. Hoy he salido de la tumba buscando celebrar la descarga eléctrica con la extensión de mi alma, reconociendo que este abismo oscuro no me mata.

Voy a desatar la crueldad mediática en ciernes sobre mi carne pálida, voy a encender una cerilla y quemarme en mi propia hoguera. Seré el reo de muerte gritando de placer antes de morir. Que arda este circo del horror hasta que no quede ni una ánima, que al atardecer seré polvo flotante, polvo liberado, un cadáver ausente, un objeto inanimado.

Son los nervios asfixiándose los que atraviesan el nudo de mi garganta como si fuesen flechas negras. Las plumas de cuervo brotan por mi cuerpo, la esencia de mi carne se subleva. No va a seguir el orden establecido: mis pasos darán hoy el salto al abismo.
La negra flama ha entrado en ebullición en mi pecho. Estoy en lo alto de la torre contemplando el suelo. Hoy la lluvia será carmesí para poder desquitarme el frenesí que se retuerce en busca de alimento. Desde la ventana y por el techo, hoy santificaré mi podrido talento en busca de una paz que me quite el anhelo.

Hoy la negra flama me arranca mi deprimente vida y la engulle como sustento, creando altas llamas que aviven el fuego, trepando por mis cenizas para poder llegar al cielo.

martes, 28 de abril de 2015

Conversaciones guionadas: Parte VI

*Volvió a casa llorando y se miró en el espejo*

Ella: Me acaban de romper.
Reflejo: ¿En cuántas sombras?
Ella: En miles de millones.
Reflejo: ¿Cómo fue?
Ella: Potencialmente doloroso. Se me abrió un agujero en el pecho y sólo salía luz negra.
Reflejo: ¿Cuál fue el motivo?
Ella: Me dejaron a merced de la soledad, se fue y me dejó aquí, sola.
Reflejo: ¿Estás segura?
Ella: Sí. No salió de su casa, no cogió el teléfono y ni siquiera volvió a pensar en verme. Dijo que la noche sería mejor si durmiese junto a mi cuerpo, y no he vuelto a asomarme a sus ojos.
Reflejo: ¿No habías abandonado a su boca en un bar?
Ella: No, quizá. *mira nerviosamente alrededor* ¡Tengo razón!
Reflejo: ¿Y por qué te estás cuestionando lo sucedido, si lo has hecho bien o no?
Ella: Porque estoy sola.
Reflejo: ¿Volvemos al punto de partida? ¿Alguna vez no creerás que puedas saber los motivos de actuar del resto?
Ella: *golpea el reflejo, fragmentándolo en pedazos. Ella se desarma en miles de cristales.*