domingo, 16 de septiembre de 2018

IV

Me dicen que la tierra es profunda,
que si plantas una semilla, recoges cosecha.
Pero yo solo veo tierra yerma,
seca de regadío, polvorienta,
ceniza a las cenizas, muerta.
Por mucho que llore, infértil se queda.
Pan y hambre para la boca pobre y seca,
para las manos ajadas y la frente sudorosa,
esperanza puesta en innumerables protestas.
"Son lo mejor de nosotros mismos"
y el dolor aflora en mi cara marchita.
Vivir se nos hace cuesta arriba,
El paro y el trabajo precario.
Convivir va a ser caer en picado.
Pesadilla y terror por las noches,
ojeras a la mañana y olvidarse
en ocho (o más) horas de desgaste,
para sobrevivir a base de ser esclavo,
soñando libertad estando maniatado.
Presa del sistema y del patriarcado,
hija de la clase obrera para morir glariando.

Tu intentar cuidarme
mientras sufro en silencio
por todo el dolor, la humillación,
el daño que arrastro y que no quiero
para los hijos que nunca pariré.
¿Qué vida miserable es esta
Para traer otra boca más al mundo?

Flor de azahar y quizá algo de musgo
llevaré en el vientre, llenita de vida,
para hundirme entre las raíces, día tras día,
y que el corazón bombee, los pulmones respiren,
que esta tierra hambrienta despertará fuerte.