viernes, 20 de julio de 2018

III

Por piel morena y ojos claros
Con aceitunera me bautizaron,
De piel curtida por el viento nordés
Y vientre yermo de fé.

Con manos callosas he escrito
Letras con el hueso de una aceituna
Y con tinta húmeda y de pecho enchido,
Las palabras quedaban viudas.

Con rapidez hice maletas
Y entré en tu vida sin permiso,
Llegaba con esperanzas hechas,
Grabadas en una ramita de olivo.

Y tú me mirabas y hablabas,
Y yo reía, evitando la mirada
Que cosida bajo el camisón de lino
Guardaba para luego regarla con vino.

Decías que tenía la mirada perdida,
Ausente, los ojitos verdes como olivas.
Y yo reía, sabiendo que no tenía hueco,
No quedaba sitio, solo tenía un hueso
De aceituna marchito.

Pero yo reía, con ganas y ahínco.
Sabía que me quedaba sola,
Pero que no me quiten lo vivido
Ni el oliváceo recuerdo que torna.

Te empeñaste en quererme
Cuando no estabas aún preparado,
Porque como el agua y el aceite,
Yo siempre de corazón espinado.

Pero yo reía con ganas, no lloraba,
Porque aceitunera no alberga penas,
Siempre al son del aire y despeinada,
Con el hueso de una aceituna solo escribe cartas.

Yo reía y bailaba al viento nordés:
"Solita me dejan, qué le voy a hacer,
Con el vientre henchido de fé
Vuelvo a la tierra donde he de yacer".

Yo reía, soñaba, a la sombra de un olivo.
Porque aceitunera de pestañas rizadas
Para qué quería un hombre y el olvido
Si con el hueso de una aceituna bastaba.