sábado, 13 de diciembre de 2014

Porque yo no lloraba

-¿Vas a hablar o no vas a hablar? -me dijeron.
-No tengo nada que decir.
-Desnudenlá.

Me dieron picana en la boca hasta aflojarme los dientes. Y aquí, y aquí, y aquí. Pero en la bañera es mucho peor. La electricidad en el agua es mucho peor. ¿Sabés? Nunca más pude nadar por abajo del agua. No puedo soportar la falta de aire abajo del agua.

Me arrancaron la capucha.

-Los muchachos dicen que estás muy buena -dijo el jefe- y yo voy a hacerles el gusto.

Entró un tipo y se desnudó. Se me tiró encima y me empezó a forcejear. Yo miraba lo que pasaba, como si fuera otra. En la radio, me acuerdo, estaba cantando Palito Ortega. Y le dije:
-Vos sos un pobre tipo. No podés ni siquiera por la fuerza.

Me pegó varias trompadas.
Vino otro. Era un gordo grandote. Se sacó la camisa escocesa y la camiseta.

-Parece que estás arisca. Conmigo no te vas a hacer la viva.

Terminó de desvestirse y se me tiró encima. Me mordía el cuello y los pechos. Yo estaba muy lejos. Sentía un aliento helado que me salía por los poros.

Entonces vino el jefe, hecho una furia. Me revolcó por el piso a las patadas. Se me sentó encima y me hundió el caño del revólver entre las piernas.

Después me llamó puta porque yo no lloraba.




Días y noches de amor y de guerra, Eduardo Galeano