viernes, 17 de octubre de 2014

La chica mecánica

Parece ser que las teclas de la máquina de escribir me las han clavado en el esternón. ¡Qué apuro tener que escribir y no poder vivir! Cada vez que las acaricias no me parece ningún dulzor y mi mecanismo emocional chirría con dolor.

Ya no soy ningún colibrí que vuele tras tu sonrisa. Ya no soy ningún verso que cabalgue sobre tu espalda. Soy un cuerpo sin días y la esperanza me mata. Mi recuerdo quedó prendado de tu camisa, llevándose consigo el café y los bollos de harina; y aunque te regrese mi yo a tu cabeza, no sería nada lo mismo, porque yo no tengo intención alguna de escribir de nuevo la misma historia, historia con curvas y nudos, historia que ya está rota.

Todo era impuro y bonito cuando tu saliva corría libre por mi espalda, limpiando mi piel mientras el sol arañaba tu cara. Pero por tus raíces, mis flores; mi maquinaría y tu fauna; he sido convertida en la chica mecánica. Mis latidos son bombeados por una bañera corroída, donde se vierten ingredientes y sentimientos que fingen dar vida.

Nunca he sido el brillo de tus ojos ni la estrella opaca que guardas con recelo bajo la cama, sólo fui un pensamiento fugaz, cargado, pero que se olvidó con un suspiro mientras exhalabas el humo de uno de tus cigarros. No seré más la paja que estorbe en tu oído, porque para ti nunca he existido, como mucho para ti he sido un sueño de una noche de verano.

Y en eso me he quedado, en ser un "buenas noches" y un completo bicho raro con injertos mecánicos que ya has olvidado.