miércoles, 26 de febrero de 2014

A crecer

Creciendo entre telas y teteras, dibujaste tu cielo con alfileres, todo a medida. Has escrito miles de cuentos sin argumento con tus gotas de sangre, tus gotas de esencia. Siempre has sido una pequeña princesa sin vestido ni corona y con miles de pájaros rondando por la cabeza. Has crecido en la hojarasca, siendo hija de la tierra, arrancando corazones rotos a ciervos y osos. Hija de los huesos y las cordilleras, te has sumido en decadencia. Te han coronado con cenizas y calaveras, no has besado sapos ni príncipes, pero has devorado a lobos feroces y demás fieras. 

Es hora de despertar, pequeña, porque el invierno te acecha. Crece, princesa, ya es hora de cavar trincheras y de ensanchar el mundo que hay en tus caderas. Alza la vista sobre tus torreones de curvada madera y mira cómo lloran las estrellas. Debes de dejar de vivir en recuerdos, ponte unos zapatos y recorre el mundo entero. Miles de hojas te han susurrado que contar mentiras matan las palabras y que vivir en una utopía hará que te arranques las tripas, porque nadie ha regresado cuerdo ni con vida. No dejes que las raíces ahuequen tus ojos, no es gratificante ni entusiasta ver desde la ceguera el alma completa de un desconocido, pues se apaga el fuego, se acaba el misterio. 

No puedo mentirte y decirte que te guiarán los fuegos fatuos, porque en el mundo real los sueños no tienen lugar. Aunque parezca un lugar horrible, princesa, debes de explorarlo y encontrar un auténtico santuario donde estar a salvo. Y cuando digo la palabra santuario, no me refiero a esos edificios eclesiásticos, pues ahí habita el mismo diablo. Cuando te digo a esa palabra especial, me refiero a un lugar, el que tú quieras, donde poder retirarte a descansar de tanta tristeza y fatalidad. No tiene por qué ser un lugar físico, puede estar en tu cabeza o en el alma de otra persona. Sólo digo que sepas reconocerlo antes de que ese mundo real y profano te arrolle y te consuma. 

No te dejes engañar, pequeña. La ignorancia no es ninguna opción, no te guíes por ella. Debes de conocer bien a quien te guía, pues él marcará tus pasos, y debes de conocer aún mejor a quien te persigue, pues intentará borrarlos. No reveles ni tu nombre ni tu origen, princesa, pues intentarán arrebatarte tu esencia. Pero no olvides quien eres, pues en esta misión te encontrarás a ti misma. Aunque sigas mis instrucciones no te garantizo la supervivencia, porque una de las frivolidades que tiene ese mundo, es que su miserable ponzoña se respira y es tóxica.

Debes saber que todo esto es por tu bien, garantizándote la sabiduría y la valentía al final del camino. Creerás que es cruel, pero en eso consiste el crecer. No puedo impedir tu crecimiento con un suspiro, mucho menos arrebatarte el cuerpo, porque tampoco quiero. Prepara una taza de té bien cargada de esperanza, porque eso será lo que te haga andar durante toda esta caminata.