domingo, 6 de octubre de 2013

Los fantasmas pasados de un escritor...

Eras tan dulce y delicado como una noche de verano. Las yemas de tus dedos recorriendo mi cuerpo, trazando círculos y líneas de sabor azteca; clavando tu sucia mirada más placentera.

Tú y yo nos quedamos perdidos, viviendo aventuras, en las páginas de miles de libros. Y sudando tinta, nos lamíamos hasta despertar a nuestro instinto animal; abriendo heridas, cosiendo lágrimas. Y cuando terminábamos, en nuestras bocas había un par de cigarrillos finos.

El mecanografiado de nuestras páginas se fue cayendo a pedazos; nos separaron, cambiamos de libro. Acabé en una novela negra, de esas con argumentos muy violentos pero me permitieron conservar la chupa de cuero.

Y al parecer, tú has salido de una novela de caballería con algún papel secundario y en mi historia te has colado. Ahora me vienes alabando, me vienes suplicando, me vienes reclamando un amor que por ti ya había caducado.

Una parte de ti ha muerto o ha renacido, igual ha sido el autor que ha decidido darte un completo giro.
Y es que no decías lo mismo cuando con tu lengua dibujabas historias trágicas entre mis piernas. Ni yo fumé tantos opiáceos mejores que tus abrazos. No hubo mejor cama que la cuna universal de tu pecho ni para ti mejor geografía placentera que las curvas de mi cuerpo.

Y para que engañarnos, si sigo echándote de menos pero es que construí un muro contra ti hace tiempo. Eso es lo que pediste: kilómetros, viajes y más mujeres. No te valía una mujer con palabras y rimas en las venas ni con pintura en el corazón, no.

Querías irte a otro género lírico por probar, pero es que yo ya no te puedo tener ni en mis paréntesis ni en mis puntos suspensivos, ni siquiera en mis silencios ahogados y mucho menos en mis pensamientos limpios.

Has sido un borrador precioso que decidió autodestruirse a sí mismo, con tal de regar sus pedazos con mis lágrimas. Pues hoy ya lo siento, no quiero perder el tiempo pegando tus trozos con celo.

Hoy cambio de libro y de género; hoy yo soy la escritora y tú sólo el lector en proceso de redención.