miércoles, 4 de septiembre de 2013

La magia de la memoria (para mi pequeña Dorothy)

Sí, yo también pensaba que la vida era un camino de baldosas amarillas por el que se caminaba con zapatos de rubíes pero no, deseché esas creencias al verte pálido y atravesado por millones de agujas. Abandoné Oz, a un león cobarde, a un espantapájaros sin cerebro y a un hombre de hojalata que ya no es leñador por ti, un hombre demacrado y sin corazón creyendo que necesitarías mi ayuda. Y cara a cara rechazaste mi mano, huiste diciendo que yo, tus ideales había apuñalado. En ningún momento hice eso, en ningún momento decidí clavarte cuchillo alguno. Has muerto por tus ideas mientras yo estaba fuera, y en el camino de regreso no quisiste que te besara con la excusa de no necesitar mi protección. ¿Y ahora? Ahora te has vuelto en mi contra, has cogido tu cazadora no sin antes destrozar mis zapatos rojos. ¿De qué sirve pensar que Oz existe si me arrastras a la cruda realidad con cada una de tus palabras? Sí, veo claramente desde aquí tus venas, veo la sangre negra corrompida, veo el valor y la rabia mezclados en tus brazos. Pensaste que mi corazón era una joya y lo has empeñado, qué idiota has sido, sólo es un órgano ensangrentado. Y aún así, me muerdo los labios, sigo creyendo que en el fondo nunca me has abandonado. A pesar de todos estos años, nada ha cambiado, tú sigues tan romántico y enamorado de la chica incorrecta que siempre te pisotea; y yo aquí, observando, esperando a ver si mi billete de vuelta a Oz no ha caducado o esperando poder provocar en un vaso de agua un pequeño tornado, pero es tan complicado… tan complicado como despertar de un profundo sueño y no confundir tu imaginación con la realidad. Porque he vuelto a despertar pensando que estabas en mi cama, y entre las sábanas mi mano ha palpado la nada. Pero en mi cabeza sigue resonando tus palabras: "soy el fuego que prende la mecha de tu cuerpo." y he salido huyendo, asustada. Quiero que estos destrozados zapatos me lleven a casa, entre tus brazos o descalza. 

Ya no respondo al sobrenombre de Dorothy, ya dejé hace tiempo de pensar que la vida es un regalo. 

Ahora pienso que nunca existió ese camino de baldosas amarillas, que todo fue una mentira que extendió la televisión para no sentirme tan ridícula. Hace tiempo que mi vida no es un musical, hace tiempo que voy de hospital en hospital. He desconectado, he desesperado y ahora muero poco a poco, voy envejeciendo, cada día que pasa es tóxico y cada pastilla que ingiero es puro veneno. Se irán la juventud y la belleza a bailar con la muerte en cuanto mis ojos cierre; por eso permanezco despierta a la luz de las velas. A veces recuerdo el olor de tu piel, de tu ropa; algunos a eso lo llaman la magia de la memoria. Esto ya no son nuestros días dorados, son nuestros días congelados, son nuestros días putrefactos pues Oz ya ha quebrado, ya ha desaparecido, jamás ha existido; a un colchón no se le puede llamar lugar mágico.