viernes, 14 de junio de 2013

Todos los cerdos tienen alma

Pones la soga en mi cuello como si fuese un lazo de terciopelo, me obligas a bailar con ella sobre el fuego. Ves al tigre sacar los dientes y me atacas con hierros candentes; empiezo a sufrir la pesadilla en carne viva. Las lágrimas saladas son como hiedras acristaladas y tu crueldad atropella la mera bondad. Vacías el vaso en tu risa ahogada disfrutando de mi agonía como si fuese tu mayor delicia. Todos los cerdos tienen alma; y la de todos los cervatillos como yo, es apuñalada o abrasada por el egoísmo de otros.