viernes, 10 de mayo de 2013

No sé quién es esa persona

-No estoy segura de que te puedas fiar mucho de eso.
Él volvió a recostarse en la silla.
-¿Y de qué me puedo fiar? Aparte de ti, por supuesto.
-¿De fiar? ¿Es así como me consideras? -preguntó con fingida indignación-. Eso no es muy romántico.
Una sombra cruzó el rostro de Simon.
-Clary...
-¿Qué? ¿Qué sucede? -Le cogió la mano-. Ése es tu tono de malas noticias.
Él apartó la mirada-
-No sé si son malas noticias o no.
-Las noticias, os son buenas o son malas -repuso ella-. Sólo dime que estás bien.
-Estoy bien -afirmó él-. Pero... no creo que debamos volver a vernos.
Clary estuvo a punto de caerse de la tumbona.
-¿No quieres que sigamos siendo amigos?
-Clary...
-¿Es por los demonios? ¿Porque acabaste convertido en vampiro por mi culpa? -Su voz se alzaba más y más-. Sé que todo ha sido una locura, pero puedo mantenerte alejado de todo eso. Puedo...
Simon hizo un gesto de dolor.
-Empiezas a sonar como un delfín, ¿lo sabes? Par -dijo. Clary calló-. Todavía quiero que seamos amigos -explicó él-. Es de lo otro de lo que no estoy tan seguro.
-¿Lo otro?
Él empezó a ruborizarse. Ella no habría  pensado nunca que los vampiros pudieran ruborizarse. Resultaba sorprendente el contraste con su piel pálida.
-Lo de novia-novio.
Clary permaneció en silencio durante  un largo rato, buscando las palabras.
-Al menos no dijiste <<lo de besarnos>> -dijo finalmente-. Temía que fueses a llamarlo así.
Él bajó la mirada hacia las manos de ambos, que descansaban entrelazadas sobre la tumbona de plástico. Los dedos de ella se veían pequeños en comparación con los de él, pero por primera vez la piel de la muchacha tenía un tono más oscuro que la suya. Pasó el pulgar distraídamente sobre los nudillos de Clary.
-Nunca lo hubiera llamado así.
-Pensaba que esto era lo que querías -dijo ella-. Creía que habías dicho que...
Simon alzó los ojos para mirarla a través de las oscuras pestañas.
-¿Que te amaba? Te amo. Pero eso no es todo.
-¿Es por Maia? -Los dientes le habían empezado a castañetear, únicamente en parte debido al frío-. ¿Te gusta?
Simon vaciló.
-No. Quiero decir, sí, me gusta, pero no del modo al que te refieres. Es sólo que cuando estoy con ella... sé lo que es tener a alguien a quien le gusto de ese modo. Y no es como contigo.
-Pero no la amas...
-A lo mejor algún día.
-A lo mejor yo podría  amarte algún día.
-Si algún día lo haces -repuso él-, ven y dímelo. Ya sabes donde encontrarme.
Los dientes de Clary castañeteaban con más fuerza ahora.
-No puedo perderte, Simon. No puedo.
-Jamás lo harás. No te estoy abandonando. Pero prefiero tener lo que tenemos, que es real, y auténtico e importante, que tenerte fingiendo otra cosa. Cuando estoy contigo quiero saber que estoy con la auténtica tú, la auténtica Clary.
Ella apoyó la cabeza contra la de él, cerrando los ojos. Todavía le sentía como Simon, a pesar de todo; todavía olía como él, como su detergente.
-Igual no sé quién es esa persona.
-Pero yo sí lo sé.


"Ciudad de Ceniza", 
Cassandra Clare