Soy una sirena sin cola de pez que pervive buceando desnuda en tu memoria. Una ninfa que salió de las aguas para ser tuya y darte la inmortalidad de su memoria. Fui un hada que surcaba los parajes de tus sueños y las alas de seda acariciando tu mar de saliva. Soy un ángel que por mucho que lo rechaces, te cubre con sus plumas blancas y por ti expondría su glorioso cuerpo a cualquier peligro que te aceche. He tenido la fuerza de titanes y centauros, y al verte llegar malherido a mi pecho, te he recogido como a un pájaro recién caído del nido. He sido tu más verídica musa. Y ahora tu corazón moribundo, le oigo suplicar en voz baja -para que no le oigas- mis besos de náyade, besos que sabían a miel y sidra. Y mi pecho te reclama, te grita que no apartes la vista de él, que intentes unirle y arreglarlo, repararlo, te suplica que no te vayas. Pero te estás cegando a verlo. Yo soy y seré la única que sepa aliviar tus penas. Soy y seré la única capaz de arreglar todos tus males; yo soy tu solución, tu chica clave. Los mejores cuentos deben de contarse más de una vez.

Sobre la ilustración
Ilustración: A la Caza del Monstruo Marino, de Victoria Francés. El Corazón de Arlene, 2008.