sábado, 13 de julio de 2013

Parar el minutero

Me siento en un lado del sofá, tu perro está en medio. Compruebas tu correo y pones música mientras yo me debato entre el deber y la duda. Cuarenta y ocho centímetros exactos separan tu cuerpo del mío. Apartas a tu mascota, me miras y me pides que me acerque. Me invade el miedo. Clavas tu mirada inescrutable en mis pupilas. Tiemblo. El pánico me impide reaccionar de manera coherente. Las lágrimas se asoman a mis ojos y yo salgo huyendo. Es imposible parar el minutero cuando tú insistes constantemente en hacer retroceder las horas de un viejo corazón machacado.