jueves, 27 de junio de 2013

Para que ninguna tu belleza te reproche

Luz de mi vida, fuego de mis entrañas;
luz del norte, estrella encandilada;
eres la materia oscura de la belleza mejor conservada.

Beso de la muerte, dulce tortura,
tu boca incita a ser el placer de mi cura.

Ojos verdes, reflejo de las esmeraldas,
espejos de tu mente y del interés de tu intelecto.

Lirios de oro en tu pelo,
fragancia nefasta sobre tu cuello,
buscas en tu vida el mapa del cielo.

Escondes dentro de tu cuerpo
una daga llena de secretos,
escupes inteligencia
a las almas llenas de ignorancia.

Perlas en tu cuello
y elegancia despide tu ego,
ocultas entre los vestidos
el placer de leer tus libros.

Diamantes en tus dedos,
detectas mil idiomas al vuelo,
planeas tu vida con esmero
y lanzas besos perfectos.

Femme fatale desgarradora,
clavas tus tacones de aguja
y haces pedazos mis penas;
utilizas tu mágico arte de la seducción
para que luego no sepa quien soy.

Doce en punto, tu noche se acaba.
No tienes carroza, tu príncipe no te espera,
pero él sigue tocando su vieja guitarra.

Reina del arte, ladrona de la noche,
desmantelas el cielo de estrellas
para que ninguna tu belleza te reproche.