miércoles, 20 de marzo de 2013

Siempre, promesas.

Tus ojos me acaban sabiendo a dulce miel, a pesar de que se te encharcan por el dolor; pero no te preocupes, pequeña, siempre voy a estar a tu lado para recoger el agua etérea de tus ojos. Siempre voy a estar para arroparte y decirte al oído que todo irá bien. Te cantaré mil y una noches más de mil nanas para que sueñes cosas bonitas, o al menos, con besar mi boca con sabor a canela.